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Nadie te enseña a ser papá, ¿será cierto?... descúbrelo.


Recuerdo de niña y también de adolescente, escuchar a los adultos decir esta frase todo el tiempo: “nadie te enseña a ser papá” o variaciones de la misma como “los hijos no vienen con manual.” Y es cierto, al salir del hospital luego del nacimiento de un hijo o después de una adopción, al irse a casa con una nueva personita que ya forma parte de la familia, a nadie le entregan un compendio de qué hacer y cómo hacerle con un hijo durante TODA la vida. Pero también recuerdo que generalmente decían esas frases cuando habían enfrentado alguna dificultad con sus hijos, llámese berrinche, falta de respeto, peleas entre hermanos o primos (tengo más de 45 primos hermanos), y todo aquello que se te pueda ocurrir. En mi familia ocurrían una diversidad de situaciones que ameritaba decir “en verdad que nadie te enseña a ser papá”, con algo de frustración y buscando empatía de los demás adultos.

Pienso que no es una creencia ajena a muchas personas. De acuerdo a nuestra encuesta el 73% de los encuestados están de acuerdo con que nadie te enseña a ser papá, el resto no.

Sin embargo la realidad es que sí aprendemos a ser papás y lo hacemos de diversas formas:

1. Aprendemos de los adultos en nuestro entorno.

No importa que tan buenos, regulares o malos padres, familiares o maestros nos tocaron. Todo lo que en

un inicio sabemos sobre la educación lo aprendemos de ellos. Desde nuestro nacimiento, vamos aprendiendo y tomando decisiones acerca de este mundo, de los demás, de nosotros mismos y lo que tenemos que hacer para sobrevivir. Todo a través de las experiencias que vamos viviendo con las personas que nos rodean, en especial nuestros papás.

Nuestro entorno se expande cuando a nuestra vida se insertan otras personas como lo son familiares y maestros; y de ellos también aprendemos.

Los papás hacen lo mejor que pueden con las herramientas que tienen. Difícilmente, aunque si los hay, los papás piensa utilizar estrategias, cuando educan a sus hijos, que les puedan hacer daño. En general, lo hacen pensando en lo que pueda ser lo mejor. No significa que sea bueno y que todo sea aceptable. Es por eso que a veces, desde la adolescencia, juramos y perjuramos que jamás seremos como nuestros papás y luego no falta el momento en la adultez que nos cachamos pensando “estoy, literalmente citando a mi mamá.”

2. Aprendemos de la propia experiencia

También la experiencia nos va enseñando estrategias que funcionan en la educación de los hijos. Lo que hacemos es que construimos de conocimientos previos (lo que aprendemos de nuestros papás, familiares y maestros) y los alimentamos con la propia experiencia. De forma inconsciente, utilizamos el método científico; hacemos hipótesis de lo que puede funcionar, experimentamos y evaluamos los resultados.

3. Podemos informarnos y formarnos.

Ésta, para mí, es la más importante, porque aunque gran parte de nuestro comportamiento está muy arraigado a lo que aprendimos de niños y adolescentes, si te formas, puedes romper con patrones de conducta o disciplina que aprendiste en tu familia y que no fueron alentadores para tu desarrollo y/o que no quieres repetir con tus hijos.

Quizá te preguntas, ¿pero cómo? Puedes empezar con lo siguiente. Construye una relación mutuamente amorosa y respetuosa. Es importante primero conectarte con tus hijos antes de corregirlos. Encuentra soluciones que desarrollen la autodisciplina y autonomía en ellos. No busques sólo remedios para el momento, sino que fomenten el desarrollo de habilidades en tus hijos que les puedan servir para toda la vida. Aprende a comunicar con claridad expectativas, reglas y límites. Ayúdales a descubrir sus propias capacidades y fuentes de fortaleza para que desarrollen una buena autoestima y puedan enfrentar los desafíos que les presenta la vida. Enséñales valores como la amabilidad, la no-violencia, la empatía, el amor propio, la responsabilidad, la solución de problemas, etc.

No le des a tus hijos todo lo que tu no tuviste, enséñales las habilidades que a ti te hubiera encantado desarrollar de niño y adolescente para tenerlas como adulto. En otras palabras, no te preguntes qué hijos quieres tener, sino, qué adultos quieres dejarle al mundo. Hay muchas formas de aprender a ser papá.

En Ipitayo podemos ayudarte. Para conocer más sobre Disciplina Positiva y sus herramientas de educación, ponte en contacto con nosotros.

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